Publicado originalmente el 6 de febrero de 2022 en Levante.
Andrea Paz, seguidora del cantante, custodia el asiento en su propia casa desde hace diez años y lo ha restaurado varias veces
José Luis G. Llagües |
Guardar con mimo recuerdos de los artistas a los que idolatramos es algo que se ha hecho toda la vida. Y que se seguirá haciendo, pese a la irrupción de las nuevas tecnologías. La búsqueda de un «tesoro» único, la sensación de contar entre tu colección con algo propio y genuino es algo inherente a la condición de fan incondicional. Lo más usual es encontrarse con discos, fotos o carátulas de películas firmadas por estrellas de la canción, el cine o la televisión. Incluso, también con prendas de ropa u objetos de carácter personal.
Sin embargo, existe una amplia tipología de casos que se salen de la norma. Todo es susceptible de ser almacenado si ha sido utilizado por alguien a quién admiramos, especialmente si guardamos imágenes de aquellos momentos.
Hablamos de productos que tienen un gran valor sentimental para sus dueños y que son custodiados con celo. Tal es el caso de la banqueta en la que Nino Bravo, uno de los cantantes valencianos por excelencia, grabó varios videoclips en Santiago de Chile en 1971. Andrea Paz, una fan de 48 años de edad residente en el país sudamericano, custodia el asiento en su propia casa desde hace doce años, aunque vive a 700 kilómetros del lugar en el que el intérprete nacido en Aielo de Malferit protagonizó el videoclip de la pieza musical «El tren se va». Han pasado más de 50 años, pero su intención es mantenerlo como un recuerdo que perdure, por lo que lo ha restaurado varias veces. Lo guarda como oro en paño. Esta es una historia en la que se entremezclan la admiración por un cantante que falleció demasiado pronto y los recuerdos familiares.
Andrea es una de las responsables de una página web especializada y un grupo de Facebook llamados «Planeta Nino». Destaca que ambas iniciativas funcionan con la autorización de Amparo Martínez, viuda del cantante valenciano. Apunta que el músico de Aielo protagonizó el vídeo de la canción «El tren se va» sentado en esa banca, en 1971, cuando se encontraba en los Jardines Francisco de Goya, en el Estadio Español de Las Condes, en Santiago de Chile. «Grabó varios vídeos en este emplazamiento, creo que fueron los primeros de este tipo que se hacían con ese formato en Chile, fue un pionero en nuestro país«, comenta.
Andrea visitó el lugar en 2009. Meses después volvió y no vio la banca. Al volver a casa, llamó por teléfono y preguntó por el asiento. Le dijeron que lo iban a depositar en la basura, ya que permanecía ahí desde la inauguración de la infraestructura en 1950. «Para mí fue muy negativo, un espanto. Hablé con el gerente y me la regaló, pero tenía que ir recogerla y vivo muy lejos, a 700 kilómetros. Conseguí que un amigo pasara a retirarla. Él la envió a restaurar y me la trajo cuando vino al sur a hacer unos trabajos. Yo también la tuve que barnizar después, la tengo desde el año 2010 en mi casa. Vivo a centenares de kilómetros de donde estaba la banca, pero de aquí ya no se mueve«, apunta con orgullo.
Consultada por su afición por la música de Nino Bravo, apunta que es algo que viene de familia: «Mi padre lo escuchaba. Cuando tenía nueve años supe que había fallecido. Por esa época, vi en la televisión el videoclip de la canción ‘Es el viento’ y juré que un día iba a caminar por esos jardines. No fue fácil, ya que tardé 27 años en cumplir mi promesa«.
Las anécdotas familiares son muchas «Mi padre viajó durante 22 horas en tren para ir a Santiago a ver un concierto de Nino, ya que su hermana mayor, que vivía cerca de allí, era muy fan. Mi padre lo conoció en persona. En uno de mis viajes al Estadio Español me lo contó muy emocionado, con los ojos llenos de lágrimas. Su hermana, que aún vive, me lo confirmó«, expone.
La banqueta se encuentra actualmente en su vivienda, custodiada con celo: «Está en mi espacio personal, solo la gasto yo. Mi madre quería dejarla fuera y yo me negué. A pesar de haber sido restaurada, está deteriorada por el paso de los años«. «Siempre quise conseguir algo relacionado con Nino Bravo, la verdad, pero nunca pensé que sería un objeto de este tamaño«, expone Paz.