Dialogando con… Nino Bravo

Luis Manuel Ferri vestía una chaqueta con pintitas rojas, pantalón oscuro, camisa blanca, un puñado de cuartillas de reglas de tráfico en su mano izquierda y una sonrisa contínua en su expresión. Alto, barba cerrada, fuerte, pelo largo y un amuleto a su cuello del mismo corazón del África negra.
   Un grupo de niñas del Colegio Teresianas dieron sus últimos gritos de «Nino, Nino» y quedó rodeado de un grupo de alumnos de sexto curso.
   -¿Por qué Nino Bravo?
   -Es mi nombre artístico. Un amigo periodista me lo ofreció porque sonaba más. Ya comprenderás que todo en la vida tiene su importancia.
   -¿Te acuerdas de los primeros Hispánicos?
   -No puedo olvidar a los primeros ni al grupo segundo que formamos después. Nos tocó luchar mucho en los primeros años, aunque después lo hemos agradecido, ya que todos hemos sobresalido en nuestra especialidad.
   -¿Tus primeras actuaciones?
   Primero miró al local donde estaba hablando. Nada menos que en el aula de los alumnos de sexto curso. Sonrió y recordó sus primeros años de estudiante. Maristas de Carcagente, Hermanos…
   -No dejé mis estudios, cursaba contabilidad y la música me gustó más. Lucha y peloteras en casa. Formamos nuestro grupo y nos lanzamos a hacer giras y «tournés» por pueblos con un espectáculo entretenido. No nos faltaron ofertas.
   -¿Vuestra menor paga?
   -En aquellos tiempos era frecuente cobrar para los cuatro 200 ptas. y un bocadillo por actuación. Para nosotros nos bastaba.
   -¿Cuántas canciones tenía vuestro repertorio?
   -Entonces unas 70 u 80. Ahora tenemos 15 y nos va mejor.
   -¿Cuál fue vuestro siguiente paso?
   -Formamos otro conjunto, Los Superson. Después de año y medio de cantar me lo volvieron a prohibir mis padres. Un año inactivo. Luego los dos añitos de la «mili». La salida, completamente desorientado. Menos mal que Vicente, el batería, hizo lo indecible por agruparnos otra vez.
   Su expresión viva, su alegría contagiosa, sus respuestas sinceras de amigo nos centran en sus años difíciles y nos hacen pasar un rato inmejorable.
   -¿Cuándo llegó tu salto a la fama?
   -Creo que fue en el año 1969. Hice actuaciones en Atenas, Río de Janeiro, Italia, Holanda, Montreaux, radio, televisión, dos discos de oro. Mis canciones comenzaron a sonar y el público no tardó en solicitar mis interpretaciones.
   -¿Cómo te clasificas?
   Pensó sus palabras y quédamente respondió:
   -No soy artista ni un ídolo moderno, soy cantante, soy popular.
   -¿Por qué cantas?
   -Por egoísmo. Me dirijo a mí mismo. Siento una necesidad dentro de mí que he de comunicar y lo digo cantando. 
   -¿Cuál es tu última canción?
   -Noelia.
   -¿Quién se oculta bajo ese nombre? 
   -Una mujer a quien amo: María Amparo, mi mujer.
   -¿Tu canción preferida?
   -Tengo dos, pero la que más aprecio es «mi querida mama».
   -¿Por qué no triunfan los artistas españoles más en su patria?
   -Porque aquí queremos que no destaque nadie. Somos envidiosos, somos ibéricos.
   -¿Tus próximas vacaciones?
   -En los meses de verano, unas 20 galas por mes.
   -¿Nos dices alguna noticia importante sobre tu vida?
   -Sí. Pues que…
   Los presentes fueron testigos. Nosotros unánimemente le felicitamos. Estreché fuertemente su mano. Volvió a pasear su vista por el local. Su chorro de voz grave nos dijo adiós. Mañana lo esperan en Barcelona, luego en el extranjero, pero donde lo están siempre esperando son los suyos, sus padres y María Amparo. Menos mal que nunca los olvida. Ayelo de Malferit está orgulloso de su cantante: Nino Bravo.