Nino Bravo espera un hijo por reyes

La noria da vueltas en la noche de Barcelona. Su estrella roja, en el centro, iluminada, gira cada uno de sus brazos a un mismo ritmo, casi sin parar. A su lado, anuncios de cervezas y colas, aparecen con sus mil luces, y se apagan. El escenario también está rodeado de focos azules, amarillos, verdes, rojos. Las personas se ven, ni siquiera se mueven. Sólo oyen. Porque en la noche, entre chirridos de norias y tiovivos, canta Nino Bravo. En mangas de camisa, ligeramente despeinado. Llevando a todos los oídos canciones conocidas, como «Te quiero, te quiero». Y así hasta siete canciones, a veces, más. Al terminar, Nino Bravo saluda y se marcha dando saltos hacia los «camerinos». Allí, cambia su camisa blanca por una negra y sus pantalones oscuros por unos morados. E incluso se quieta del cuello la cadena con un cuerno engarfiado en oro. Después, hundido entre los pliegues de un sillón, casi en penumbra, me habla de sus proyectos…
   -Cuando terminemos aquí, nos vamos para Alicante y Murcia. El 20 de septiembre terminaré la programación. El 26 grabaré un LP en Madrid; al día siguiente saldré para la Argentina, y el 29 actuaré en Buenos Aires. Después, Chile, Venezuela, Perú, Colombia, Méjico, Puerto Rico, Miami y Nueva York. Estaré en América dos meses, aproximadamente. Estaremos de regreso para Navidades.


   -¿Qué hará María Amparo mientras tanto?
   -Ella no viene conmigo. Como su padre está en Valencia y los míos también, se marchará allí. En nuestra profesión somos un poco titiriteros.
   -Pero generalmente te acompaña en tus giras…
   -¡No, qué va! Cuando son siete días, entonces viene. Pero cuando se trata de ir de un sitio a otro, se queda en casa. Yo lo resisto porque soy fuerte -chicarrón- pero ella… 

FELIZ
   Nino bromea. Cada vez que se separan le escribe postales -sólo postales- y le hace cantidades de llamadas. Hoy precisamente Nino cumple el cuarto mes de casado, y piensa llevar a María Amparo a divertirse.
   -El matrimonio va muy bien. Yo soy muy feliz. Hay problemas, como es lógico. Además, siendo cantante, que lleva una vida muy libre, que te aten ahora un poco es un problema. Pero todo es cuestión de adaptación, de la fueza de voluntad que tengas.
   -¿Dónde habéis fijado vuestra residencia?
   -Vivimos dos meses en Madrid, pero luego tenemos un pisito en Valencia, que será nuestra morada, y como ella se tendrá que quedar mientras yo esté en América, allí con sus padres, pues nos vendrá muy bien. De momento no hay sitio fijo.
   -Nino, ¿significa mucho para ti la actuación en Estados Unidos?
   -La primera vez que estuve ya quisieron llevarme para que actuase en América del Norte. Pero como fue un viaje relámpago en Venezuela, y yo tenía una serie de compromisos en España, pues no pude ir.
   -¿Cantarás en valenciano?
   -Posiblemente algún día me dé la locura y cante. Si cantara en valenciano sería por vanidad de ser valenciano, como lo hacen los demás. Yo puedo cantar valenciano, pero nuestra lengua es el castellano.
   Nino Bravo hoy es noticia, porque va a ser padre. Ellos esperan el nacimiento para Reyes, como si fuera un regalo más.
   -¿Cómo se llamará?
   -Manuel.
   Y Nino -Luis Manuel- me explica que no es por él solamente. También su padre y el de su mujer se llaman igual. Y, en caso de que sea niña, María Amparo.
   -¿Y será cantante?
   -Mi hijo tendrá una influencia enorme por parte de su padre. Me gustaría que estudiara música. Creo que se lo impondré yo, aunque rodeado del ambiente de casa, no dudo que sienta cierta inclinación hacia ella.
   -Nino, ¿no escribes ninguna canción?
   -Sí que escribo, pero no para darlas a conocer. Eso saldrá en mis memorias. Son pensamientos profundos…
   El número tres. Repetidas veces, María Amparo y Nino han jugado a este número. Ya es su última tirada, la flecha lo marca. Y María Amparo elige una muñeca. La busca rubia como ella. Ya son tres las que tiene porque ella prefiere que sea niña.
   Al día siguiente, día de compras, María Amparo y Nino vieron coches, cunas y juguetes. Sonrieron ante unos diminutos patucos blancos y rebuscaron entre los pantalones, peleles y vestidos. Al fondo, más juguetes, muñecas y conejitos, se asomaban en su vitrinas.